El baile

El tiempo sigue y sigue, y el tiempo pasa y pasa.

Tal parece que a él todo lo persigue.

El tiempo lidera; y todas las cosas van detrás de él como en hilera.

Muy cerca, casi casi que yendo con él.

Pero el tiempo lidera.

Y como en un baile nos agarra pa’ enseñarnos a dónde ir, de las caderas.

Y el tiempo sigue y sigue, y el tiempo pasa y pasa.

Y quien lo pueda bailar al compás, en el propio tiempo se convertirá.

Pero quien crea poderlo bailar al compás, desconoce que en el baile manda uno sólo y pare de contar.

 

Y el tiempo es música y bailarín en un mismo movimiento.

Y todo el resto se agarra de él.

Queremos ir a su ritmo. Pero desconocemos cómo sigue.

Queremos que se suelte de nuestras caderas y aferrarnos nosotros a las de él.

Queremos comandarlo.

Pero en cuantito más nos acercamos, trastabillamos, porque de repente… ¡Un cambio repentino!

Él un paso hacia adelante, nosotros uno hacia atrás ¡Qué desatino!

Queremos convertirnos en música y bailarín.

Pero vamos detrás por un pelín.

Habida cuenta que no nos podemos convertir en él…

¿Qué podremos hacer?

¿Y si nos desenganchamos?

¿Si nos libramos de sus manos que nos enseñan hacia dónde ir; hacia dónde movernos?

Pues entonces se irá a buscar a otro, porque el tiempo es un bailarín requerido.

Y nos quedamos desolados. Desconocemos la música.

Mientras todos bailan, bien o mal, nosotros nos quedamos quietecitos.

Y entonces nos mandamos a guardar, porque nos damos cuenta que el resto impasible a nuestra actitud rígida, lo sigue bailando; bien o mal.

Y si no nos podemos disfrazar de música y de tiempo: si no nos podemos transformar ni en ella ni en él, tampoco podemos deshacernos de sus lazos y hacerlo desaparecer.

Porque la música y los bailarines continúan, valga la paradoja, inamovibles en su elección de danzar.

¿Y entonces qué hacer?

¿Y si lo mandamos a callar?

¿Y si de un solo gesto hacemos que música y danza se transformen en quietud y en freno?

Y nos esforzamos por hacer de lo que se mueve una escultura; y de lo que suena un silencio.

Nos decimos: Ahora… ¡Ahora!; con ánimos de pararlo.

Pero todo en vano…

Al cabo el ahora se ha transformado en recién.

Y más rato se transformará en antaño.

Y otrora también dijeron ahora.

 

Pero el tiempo sigue y sigue, y el tiempo pasa y pasa.

Tal parece que a él todo lo persigue.

El tiempo lidera; y todas las cosas van detrás de él como en hilera.

Muy cerca, casi casi que yendo con él.

Pero el tiempo lidera.

Y como en un baile nos agarra pa’ enseñarnos a dónde ir, de las caderas.

Y el tiempo sigue y sigue, y el tiempo pasa y pasa.

Y quien lo pueda bailar al compás, en el propio tiempo se convertirá.

Pero quien crea poderlo bailar al compás, desconoce que en el baile manda uno sólo y pare de contar.